En un mundo donde las formas de amar y vincularse se diversifican cada vez más, las relaciones DADT (siglas en inglés de Don’t Ask, Don’t Tell, es decir, “No preguntes, no cuentes”) han ganado visibilidad, especialmente en contextos urbanos y contemporáneos donde la individualidad y la libertad emocional cobran un valor central. Este modelo de relación rompe con la narrativa tradicional del amor romántico al priorizar la privacidad y la autonomía personal por encima de la fusión emocional y la transparencia total. A diferencia de las relaciones convencionales, donde se espera una entrega casi absoluta en términos emocionales, sexuales y cotidianos, las parejas DADT establecen, de forma explícita, un acuerdo en el que no se indaga en ciertos aspectos de la vida del otro. Esto puede incluir vínculos paralelos, pensamientos íntimos o decisiones personales que no se ponen en común para evitar tensiones o juicios.
Cómo se forman las relaciones DADT
El corazón de estas relaciones no está en la omisión sino en el consentimiento. No se trata de esconder o mentir, sino de acordar los límites del conocimiento mutuo. Ambos miembros deben estar de acuerdo en no cruzar determinadas fronteras personales. Por ejemplo, una pareja DADT puede decidir no hablar sobre encuentros sexuales con otras personas, siempre que eso no afecte la estabilidad de su vínculo principal. Este tipo de dinámicas requiere una comunicación inicial muy clara, aunque después lo no dicho cobre protagonismo. Lejos de lo que podría pensarse, estas relaciones no implican falta de honestidad, sino una redefinición de lo que se comparte y lo que se preserva. La confianza en este caso no se basa en saberlo todo del otro, sino en respetar lo que no se dice y en creer que los límites pactados serán respetados.
DADT, más allá del ámbito LGBT
Históricamente, el término DADT surge de una política militar estadounidense que obligaba a los soldados homosexuales a ocultar su orientación mientras impedía que los superiores los interrogaran al respecto. Sin embargo, en el contexto afectivo, personas de cualquier identidad u orientación sexual han reapropiado el término para reivindicar relaciones donde negocian la privacidad como un derecho, no como una amenaza. Aunque inicialmente se vinculó con relaciones abiertas dentro del colectivo LGBT, hoy en día el modelo DADT aparece también entre parejas heterosexuales que buscan una alternativa a los celos, al control y a los patrones tradicionales de monogamia. Incluso algunos matrimonios duraderos adoptan este enfoque como forma de preservar la armonía en situaciones donde la fidelidad estricta no se sostiene, pero sí el cariño, el proyecto común o la convivencia.
Entre lo funcional y lo frágil
Las relaciones DADT no son necesariamente frías ni carentes de afecto. El amor puede existir, pero se expresa desde la aceptación de la individualidad, el respeto por los silencios y la renuncia a saberlo todo. Para algunas personas, esto ofrece un espacio de seguridad emocional donde no tienen que justificar sus decisiones ni exponerse a reproches. Sin embargo, este modelo también implica riesgos. La falta de información puede dar lugar a malentendidos, y no todas las personas manejan bien la incertidumbre o la ambigüedad. Además, si el acuerdo no es realmente consensuado, por miedo a perder al otro o por inseguridad, puede derivar en desigualdades o resentimientos silenciosos.

¿Es para todos?
Optar por una relación DADT no es para cualquiera. Requiere madurez emocional, una visión alternativa del compromiso y la capacidad de manejar la ansiedad que puede generar el no saber. Tampoco debe confundirse con una excusa para la evasión emocional o el egoísmo, sino entenderse como una manera distinta de organizar los afectos. Lo esencial es que ambas personas compartan una visión común, se sientan seguras dentro del acuerdo y puedan revisar los límites con el tiempo si es necesario. En un panorama de vínculos cada vez más fluidos, las relaciones DADT pueden representar una opción válida y honesta para quienes buscan combinar amor con libertad y respeto mutuo.