«No es tu tipo, amiga, es tu patrón» Con esta frase tan sencilla como demoledora, la psicóloga Elizabeth Clapés —conocida en redes como @esmipsicologa— lanza una alerta emocional que cala hondo en muchas mujeres. No se trata de que te gusten siempre los mismos tipos de hombres: se trata de que estás atrapada en un ciclo repetitivo, muchas veces inconsciente, que te empuja a elegir el mismo perfil de persona. Una y otra vez. Clapés, especializada en relaciones afectivas y ampliamente seguida por su capacidad de traducir conceptos psicológicos en mensajes comprensibles y cercanos, lo explica con claridad: «No todos los hombres son iguales. La mayoría de los hombres en el mundo son maravillosos. Pero si tú siempre te estás fijando en el mismo tipo de persona, vas a tener la sensación de que todos los hombres son iguales. Y no es así. Es que tú estás eligiendo el mismo patrón de personalidad que te está haciendo daño».
Este fenómeno, que muchas personas viven sin darse cuenta, tiene raíces profundas. En psicología se le llama repetición de patrones vinculares, y suele estar ligado a experiencias tempranas, a modelos afectivos aprendidos en la infancia o a inseguridades no resueltas. De ahí que la elección de pareja no sea un asunto meramente romántico o casual, sino un reflejo de dinámicas internas que necesitan atención.
¿Por qué repetimos patrones?
El cerebro humano tiende a buscar lo familiar. Aunque ese familiar no sea necesariamente sano. Si en nuestra historia emocional hemos aprendido que el amor duele, que la validación viene de lo externo, o que el afecto se gana a través del sacrificio, es probable que, sin quererlo, sigamos eligiendo parejas que refuercen esas creencias. El patrón puede tomar muchas formas: personas emocionalmente indisponibles, relaciones asimétricas, figuras de autoridad que replican vínculos pasados, o parejas con conductas tóxicas normalizadas. Y aunque el resultado es el sufrimiento, muchas veces el inicio de la relación se percibe como emocionante, pasional o intenso, lo que dificulta detectar las señales de alarma a tiempo.
Clapés insiste en que no se trata de culpar a quien repite estos patrones, sino de hacer consciente lo que hasta ahora era inconsciente. «Pregúntate por qué. Pregúntate qué estás buscando en esas personas, qué necesidad estás intentando llenar y por qué crees que ese tipo de vínculo es el que mereces», propone la psicóloga.
Del autoconocimiento a la transformación
Detectar un patrón no es tarea sencilla. Muchas veces se necesita un proceso terapéutico que ayude a desmontar los esquemas internos que sostienen esas elecciones. Pero el primer paso es, como señala Clapés, hacerse la pregunta clave: ¿Por qué me atrae siempre el mismo tipo de persona, si ese tipo de persona me hace daño? Reconocerlo no significa dejar de sentir atracción por ese perfil de inmediato, pero sí permite activar un espacio de elección más consciente. A veces, la transformación comienza con una pausa. Con no responder ese mensaje. Con decir “no” donde antes se decía “sí” por costumbre, miedo o necesidad. Además, esta toma de conciencia puede abrir la puerta a nuevas formas de vincularse. A permitirnos conocer a personas fuera del patrón, aunque en un principio no nos resulten “nuestro tipo”. A abrirnos al amor seguro, al afecto recíproco, al cuidado mutuo.
Una narrativa que se repite en muchas mujeres
Aunque este patrón puede afectar a cualquier persona, Elizabeth Clapés señala que es especialmente frecuente entre mujeres que han sido socializadas en torno a la idea de que el amor implica sufrimiento, sacrificio y entrega absoluta. Mujeres que, en muchos casos, han aprendido a amar desde la carencia, desde la espera, desde la ilusión de que «esta vez será diferente». Por eso, romper con el patrón implica también reconstruir la narrativa del amor. No es renunciar al romanticismo, sino redefinirlo. No se trata de conformarse, sino de elegir con conciencia. De entender que el amor sano también es intenso, pero en una intensidad serena, segura, que no duele.

¿Cómo empezar a cambiar?
Clapés ofrece algunas claves para empezar a romper el ciclo:
- Observar con honestidad tu historial de relaciones.
- Identificar patrones repetidos, tanto en el tipo de persona como en tus propias reacciones.
- Trabajar en tu autoestima y tu capacidad de poner límites.
- Permitir nuevas experiencias afectivas que rompan el molde habitual, incluso si al principio generan incomodidad.
- Buscar ayuda profesional, si sientes que el patrón está demasiado arraigado.
Porque, como recuerda la psicóloga, el amor no debería ser una lucha constante ni una repetición de heridas pasadas. Y tal vez la próxima vez que pienses «es que todos son iguales», te des cuenta de que no es así. Que el común denominador no son ellos, sino tus elecciones. Y que puedes elegir diferente.